Bolsonaro y los actos del día 7 de septiembre

En este texto son analizados los actos convocados por Jair Bolsonaro y sus partidarios. Para un análisis de los actos convocados por la izquierda, lea este texto.

En este martes, día 7 de septiembre de 2021, hubo un conjunto de manifestaciones convocadas por Jair Bolsonaro y sus partidarios, en diversas ciudades del país. A pesar de que fueron significativos, apoyados claramente por la estructura gubernamental, los actos fueron menores de aquellos que se vieron hace cinco años en apoyo al impeachment de Dilma, demostrando un debilitamiento de la base política que llevó a Bolsonaro a la presidencia en 2018. Lo que a primera vista puede parecer una demostración de fuerza es en verdad una acción desesperada de quien se está viendo cada vez más aislado y destinado a la ruina y la prisión después del fin de su mandato, sea como sea. Sin embargo, los actos mostraron que Bolsonaro todavía mantiene una base de apoyo leal a su política, a pesar de la visible disminución.

Esas manifestaciones tenían algunos objetivos. Uno de ellos sería desviar la atención de la población de los problemas reales, en particular el aumento de la carestía de la vida, el avance de la miseria en todo el país, los índices elevados de desempleo y la persistencia de la pandemia ante la desastrosa administración de los gobiernos, en diferentes esferas, espesando la cortina de humo que denunciamos en el editorial de la última edición del diario Tempo de Revolução. Pero la cortina de humo también tiene como objetivo desviar la atención del cerco judicial que rodea a la familia Bolsonaro. Los actos convocados por la izquierda no consiguieron contrarrestar a aquellos en apoyo a Bolsonaro, debido al papel traidor de las direcciones, que son incapaces de movilizar contra el gobierno la insatisfacción de la amplia mayoría de la población.

Estaba en juego también dar cohesión política a la base social que todavía mantiene el apoyo a Bolsonaro. A pesar de la agitación en las redes sociales, Bolsonaro precisaba organizar sus bases en torno a un programa y un objetivo. Los actos permitieron, por un lado, identificar un enemigo común en ser combatido, que, en el caso, son los ministros de STF, particularmente Luís Roberto Barroso y Alexandre de Moraes. “O este ministro encaja o él le pide que salga”, dijo Bolsonaro en su discurso en São Paulo, refiriéndose a Moraes. Por otro lado, el programa agitado por Bolsonaro se muestra de forma más precisa, aunque todavía bastante abstracto, centrado en la crítica a la forma como son realizadas las elecciones, exigiendo “voto impreso y recuento público de votos”. El bonapartismo apareció en carteles en algunos actos: “Intervención militar con Bolsonaro en el poder”.

Por lo tanto, de forma general, Bolsonaro demostró que todavía mantiene un cierto apoyo y que posee una base social dispuesta a defender su mandato presidencial. Sin embargo, eso no es lo suficiente para un avance sobre los demás poderes y mucho menos para la consolidación de un gobierno bonapartista. Trotsky recordaba, en su discusión sobre el bonapartismo: “un gobierno que se eleva por encima de la nación no está suspendido en el aire”. El elemento central para un gobierno bonapartista sería la connivencia o el apoyo, aunque tímido, de la burguesía. El escenario posterior a las movilizaciones muestra lo contrario. En varios órganos de prensa burguesa el término “golpe” fue bastante utilizado. En la red Globo, en la edición de Jornal Nacional del 7 de septiembre, William Bonner hizo hincapié en repetir varias veces que Bolsonaro violó la Constitución y cometió delitos durante sus discursos. En el editorial publicado hoy, el periódico o Estado de São Paulo afirmó:

“El presidente Jair Bolsonaro exhibió ayer exactamente lo que ha demostrado desde el inicio de su mandato: su irresponsabilidad y su aislamiento político. Tratadas en las últimas semanas como prioridad nacional por el Palacio de Planalto, las manifestaciones bolsonaristas del 7 de septiembre serán interpretadas por el presidente como la prueba de que el ‘pueblo’ lo apoya, aunque un presidente realmente fuerte no necesita convocar protestas en su favor ni intimidar a los demás Poderes para demostrar poder; solo lo ejerce. Así, Bolsonaro reiteró su debilidad, ya atestiguada por varias encuestas que indican el descenso de su popularidad”.

En otro pasaje, el editorial afirma:

“Es patente el desprecio del presidente por la realidad del país. Basta ver que, ante el aumento de la inflación y la caída del empleo, la propuesta de Bolsonaro, interesada solo en mantenerse en el poder y proteger a su familia y a él mismo de la justicia, sigue siendo la de intensificar las tensiones con los otros Poderes y sugieren la posibilidad de una ruptura institucional. En su léxico, no hay solución.”

Por lo tanto, uno de los principales portavoces de la prensa burguesa llama la atención de los límites del apoyo a su gobierno. Enfatiza también el hecho de que Bolsonaro no tenga interés en resolver los problemas que enfrenta el país, prefiriendo defender su permanencia en el poder. Más allá de eso, destaca el papel cumplido por Bolsonaro en mantener la inestabilidad política. Esa postura también es apuntada por el editorial de otro portavoz de la burguesía, el periódico Folha de São Paulo:

“El presidente, como se señaló, se volvió prisionero de la lógica de la agitación por la agitación. Precisa crear un hecho falso por minuto con objeto de mantener movilizado su círculo de idólatras. No es justo, sin embargo, que las energías institucionales de una nación asolada por una epidemia mortal, el hambre y el desempleo se lleven a este vórtice.” 

El texto todavía destaca:

“Las protestas del Día de la Independencia mostraron un Jair Bolsonaro cada vez más atado a su cadena de fanáticos y aislado de las instituciones y de la mayoría de la población. El mito, como es llamado por sus aduladores, se esconde en la cueva de la inviabilidad política”.

Este editorial también clama por la resolución de los problemas que afectan al país, lo que, desde el punto de vista de la burguesía, pasa por la ampliación de los incentivos estatales que permitan el mantenimiento de los beneficios de los capitalistas. Ese es el programa que dos de los principales periódicos burgueses de Brasil defienden que el gobierno Bolsonaro debería priorizar, criticando su cortina de humo.

Por lo tanto, el balance que se extrae de los actos muestra que, a pesar del mantenimiento de una cierta base política, la aventura de Bolsonaro en el día festivo no encontró respaldo de la burguesía. Con eso, Bolsonaro gana tiempo para mantenerse en el gobierno, pero coloca en riesgo el espacio de negociación necesario para encaminar y aprobar las reformas exigidas por la burguesía y las acciones gubernamentales que posibiliten el flujo de los recursos estatales para el bolsillo de las clases dominantes. Los editores de Estado de São Paulo son claros en esta evaluación:

“El gobierno Bolsonaro es muy malo. No cumplió lo que prometió y no trabaja para mejorar las condiciones de vida de la población. Como se vio ayer una vez más, su táctica alcanza niveles inauditos de irracionalidad, con propuestas de tono golpista: amenazar a los otros Poderes y contestar por anticipación el resultado de las próximas elecciones”.

Bolsonaro, aunque haya ganado un respiro para su gobierno, en el mejor de los casos mantiene la crisis institucional, sin presentar para la burguesía soluciones para la crisis económica y tensionando con los demás poderes, en especial el Judicial. Para los trabajadores no queda alternativa que no pase por derrumbar el gobierno inmediatamente y luchar por un gobierno obrero, sin patrones ni generales.

Bolsonaro, Moraes, la prensa burguesa o los representantes de las entidades patronales, a pesar de las divergencias inmediatas, son aliados en la explotación de los trabajadores y en la destrucción de derechos. Las direcciones de izquierda reformista siguen intentando conducir la insatisfacción de la población por las vías institucionales, aunque eso signifique defender los ministros de STF y aliarse a la derecha que coyunturalmente critica a Bolsonaro. Los trabajadores solo pueden contar con sus fuerzas, fortaleciendo sus organizaciones y colocando en el horizonte el derribo del capitalismo y la construcción del socialismo.