¡Justicia para Ingrid Escamilla y todas las víctimas de feminicidio!

Ingrid Escamilla era una joven de 25 años, originaria de Juan Galindo, Puebla. Tenía una maestría en administración de empresas turísticas que estudió en la BUAP. Algunos de sus amigos la recuerdan como una mujer sociable, alegre y con sueños; una joven que le gustaba viajar, la música de Luis Miguel, Belanova y los Auténticos Decadentes; también le gustaban los videojuegos, las mascotas, Harry Potter y las frases de la película francesa Amelie. Su asesinato ha conmocionado al país, la forma en que le arrebataron la vida, para posteriormente desollarla e intentar desaparecer su cuerpo, desde un departamento de la alcaldía Gustavo A. Madero de la Ciudad de México, parecerían escenas de una película de horror, pero fueron vistas en directo por el hijo autista del asesino, de tan sólo 15 años de edad. Ingrid no debió morir, nadie merece morir así. Este repugnante caso y la ola de feminicidios que no cesan en el país, es un síntoma de un sistema enfermo, que no tiene curación y que debe ser exterminado para que esto no ocurra nunca más.

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La difusión, por algunos medios de comunicación, de imágenes de su cadáver mutilado ha sido condenada por quienes exigimos justicia. Es una verdadera falta de respeto para Ingrid, sus familiares y amigos. Ni muerta la han dejado de violentar. El rechazo a esto ha obligado a la fiscalía a hacer una investigación contra 6 funcionarios por la filtración de las imágenes.

La Fiscalía General de justicia de la Ciudad de México ha actuado de inmediato y se inició el proceso, después de la detención del asesino (quien declaró su culpabilidad al poco tiempo de ser detenido), se ha dicho que se buscará que obtenga la pena máxima. Esto no niega la culpabilidad del Estado, pues Ingrid ya había realizado denuncias previas por agresión en su relación, pero el sistema de justicia y prevención fue incapaz de evitar el trágico desenlace, como tampoco ha sido capaz de frenar el resto de los feminicidios y por el contrario facilita que este tipo de casos tristemente se reproduzcan una y otra vez. El Estado no ha perdido su carácter clasista y patriarcal.

Si bien hay un autor material del asesinato de Ingrid, éste no es un suceso aislado. Que estos casos se reproduzcan se debe a una sociedad desigual, llena de marginalidad, explotación y frustración, vivimos en una sociedad que justifica y tolera la violencia a la mujer y que no es capaz de prevenir ni hacer justicia. Ingrid también fue asesinada por este sistema de horror sin fin llamado capitalismo.

Los feminicidios aumentan

Una de las razones que llevaron a la población a votar masivamente por un cambio fue el acabar con problemas como la violencia, pero este gobierno no ha conseguido disminuirla y por el contrario aumenta. El fiscal general Alejandro Gertz Manero reconoció que los feminicidios han aumentado en mayor proporción que el asesinato de varones, en los últimos 5 años en un 137%. Diversas organizaciones y activistas feministas han señalado que no todos los casos existentes de feminicidio se tipifican en esta categoría y la realidad supera a las cifras oficiales. Lo que es un hecho innegable es que este problema aumenta.

En lo que va de este corto año han sido asesinada dos feministas que luchaban contra la violencia hacia la mujer: Yunuén López Sánchez (Michoacán) e Isabel Cabanillas (Ciudad Juárez). Estos crímenes suelen quedar en la impunidad, hay casos emblemáticos de lucha por justicia como el que ha emprendido Irinea Buendía para que al culpable que arrebató la vida de su hija, Mariana Lima, se le castigue. En el pasado enero, Guadalupe Michelle Lima, hija de Irinea, fue víctima de un atentado al ser atacada a balazos cuando bajaba de su auto. Afortunadamente la situación no pasó a un terreno peor y quedó como una salvaje amenaza. Este no fue un accidente, es un acto alevoso que trata de intimidar la lucha emprendida por la familia de Mariana Lima y contra el movimiento en contra de la violencia a la mujer.

Estos actos deben ser condenados por todas las organizaciones y personas que nos oponemos a la opresión a la mujer. Tomar medidas efectivas contra éste tipo de violencia y a las activistas es una medida urgente que no puede esperar.

La injusticia legalidad

El gobierno de AMLO busca hacer una reforma jurídica. Diputadas de Morena criticaron la propuesta del fiscal Alejandro Gertz de eliminar la categoría de feminicidio y considerarlo como un agravante de homicidio. AMLO dijo inicialmente que no se podían quitar las agravantes del feminicidio, que el país no estaba para eso. Hubo una lluvia de críticas a esta propuesta de Gertz de organizaciones en defensa de la mujer y también de medios fifís. Finalmente tuvo que salir el fiscal a decir que no planteaba eliminar la categoría de feminicidio, que se había mal interpretado y que lo que se buscaba era agilizar la justicia y homogeneizar su tipificación.

La mayoría de los casos de feminicidio siguen sin obtener justicia. Las familias pasan años en juicios llenos de irregularidades y negligencias. En los casos que se les da un trato de género no siempre existe el personal capacitado para hacer un buen proceso. En los juzgados muchas veces estos casos son vistos con rutina, apenas se apertura una carpeta de investigación cuando llega otro caso similar y los expedientes se van archivando y abandonando. En palabras del mismo López Obrador, el Estado es como un elefante reumático, pero la justicia no solo va lenta, sino que muchas veces no llega.

Irinea Buendía dijo al diario El Universal el pasado 10 de febrero: “No sé por qué las autoridades les dan prioridad a los asesinos, parece que se preocupan más por ellos que por las víctimas. Necesitamos mejores investigaciones, que los ministerios públicos no estigmaticen a las mujeres y desechen este tipo de casos”. Y aunque el proceso de su hija ha sentado un importante precedente jurídico reconoce que el problema sigue ocurriendo y la mayoría de los juicios siguen sin resolverse.

Respaldamos cualquier medida que agilice y permita obtener fácilmente justicia, pero no será suficiente. Es casi una regla que la familia tiene una investigación mejor que las propias instancias judiciales, pero estas en vez de actuar a favor de la justicia ponen trabas, actúan con corrupción y a veces hasta protegen a los criminales. Necesitamos una transformación completa del sistema judicial, eliminación de las trabas burocráticas y la implementación de juicios populares justos que sean reconocidos legalmente.

El principal problema no es legal sino material

Una conquista de la lucha de mujeres es que problemas como el feminicidio se han visibilizado obligando a las autoridades a tomar medidas, aunque estas no sean aun las correctas ni se esté consiguiendo un cambio integral. En la Ciudad de México se ha aprobado un incremento para la condena del delito de feminicidio pasando de 20 a 50 años (y el agravado de 30 a 60 años) a 35 a 75 años. Sin embargo, aumentar las condenas no significa que disminuirán los delitos.

El caso de Ingrid Escamilla es muy ilustrativo pues ella hizo denuncias de violencia de su pareja 7 meses antes de ser asesinada por él. El problema es más integral y es un hecho que los delitos contra las mujeres aumentan cuando la marginalidad y desigualdad es mayor. Ésta sociedad en decadencia genera relaciones tóxicas y un ambiente social que propicia y justifica la violencia contra la mujer.

Desde nuestro punto de vista la lucha no se limita a cambios legislativos o a una transformación radical de las instituciones de justicia, ante todo requerimos mejorar las condiciones materiales y culturales de toda la sociedad, dándole así a las mujeres una protección integral.

Debemos pugnar por la abolición de todas las leyes laborales o penales discriminatorias para la mujer, como el pedir prueba de embarazo para obtener empleo. Por acceso a empleo y estudio digno, la creación de guarderías, jardín de niños, escuelas gratuitas y seguras en cada colonia, barrio y localidad, bien dotadas y subsidiadas por el gobierno bajo control de profesores, padres y organizaciones sindicales. Requerimos remodelación de las colonias populares con buen alumbrado público, buenas viviendas, servicios, creación de lugares de esparcimiento y un transporte seguro. Por un plan de vivienda social digno para madres solteras. Por vigilancia en las colonias y pueblos a cargo de policías comunitarios en cada barrio, electos y controlados por asambleas populares con derecho a revocabilidad. Por educación que promueva la equidad de género y protocolos contra la violencia en escuelas, centros de trabajo, oficinas de gobierno, que sea discutido y aprobado por todo mundo. Necesitamos un plan integral gratuito de apoyo contra la violencia a la mujer en cada barrio bajo la administración de la comunidad que contenga ayuda psicológica, económica, de vivienda, jurídica, etc.

Violencia feminicida y violencia en la lucha

Se escuchan muchas voces de espanto frente a la violencia que está ejerciendo el movimiento feminista. Lo que vemos parecería una simple aplicación de la 3ª ley de Newton que dice que a toda acción corresponde una reacción de igual magnitud, pero de sentido opuesto, con la diferencia de que las acciones de rabia de la lucha de mujeres no son mínimamente comparables con la violencia que sufre la mujer en un país como México, basta ver el caso de Ingrid.

En los medios burgueses, a los que algunos les llaman fifís, se suele criticar la toma de la Facultad de Filosofía, pero nada se menciona de Mariela Vanessa Díaz, estudiante de esa facultad, que lleva dos años desaparecida y pocas veces se habla del feminicidio de Lesvy Berlín Osorio, estudiante del Colegio de Ciencias y Humanidades Sur de la UNAM.

Las amenazas de Graue de perder el semestre o de castigar a quienes han vandalizado la UNAM, fuera de generar el ambiente propicio para levantar los paros por la vía represiva, han llevado a que nuevas escuelas se sumen a paros y protestas contra la violencia de género.

Lenin llegó a decir que los estudiantes son una especie de termómetro que mide la temperatura de la sociedad. Vemos en la UNAM un profundo hartazgo, una desconfianza en las instituciones (que con el nuevo gobierno poco se han transformado en la realidad) y hay sectores amplios que al menos tienen un elemento de comprensión y simpatizan con la causa de la mujer. En medio de esta lucha estalla en la cara el feminicidio de Ingrid y, en medio de las críticas de métodos que pueda haber, podemos decir que la causa de lucha que ha provocado los paros es completamente justa.

Es necesaria una estrategia que nos permita ganar

No basta tener razón en la causa, necesitamos una estrategia que nos permita conseguir nuestros objetivos. El movimiento de la UNAM no va a cambiar el problema general de violencia hacia la mujer, pero si puede dar pasos y alientos para avanzar en la erradicación de este problema. Nuestra lucha está sacudiendo conciencias y debe ayudar a eliminar cualquier prejuicio machista de manera colectiva entre las mujeres y los hombres dispuestos a apoyar nuestra causa.

Los paros han obligado a la universidad a tomar algunas acciones, pero aún son insuficientes. ¿Qué conseguiríamos si logramos unificar las luchas de las distintas escuelas? Debemos convencer a las comunidades de cada escuela a tomar acciones masivas y unificadas de presión para que el movimiento obligue definitivamente a la rectoría y a las directivas locales a tomar medidas efectivas contra la violencia de género.

La violencia hacia la mujer ya no es un tema que se pueda ignorar. Eso es un gran triunfo. Nuestras demandas deberían ser integradas por toda organización estudiantil, popular, campesina, sindical y política. Debemos pugnar por una lucha de masas a nivel nacional que levante la bandera de erradicar la violencia de género y que para ello luche decididamente no sólo contra los lamentables síntomas, sino contra la enfermedad de raíz que es este sistema capitalista-patriarcal. Hoy luchamos por justicia para Ingrid Escamilla, Yunuén López Sánchez, Isabel Cabanillas y las demás mujeres asesinadas, pero sobre todo luchamos para que esto no ocurra más, construyamos una sociedad de igualdad, sin explotación ni violencia contra la mujer.

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