A 90 años del asesinato de Rosa Luxemburgo

Spanish translation of Ninety years after the murder of Rosa Luxemburg: Lessons of the life of a revolutionary (January 15, 2009)

El año 2009 marca un nuevo punto de inflexión para la revolución venezolana. Tras 10 años de revolución y contrarrevolucion – y a pesar de todos los logros que sin duda se ha conseguido – la revolución se encuentra en la encrucijada: o rompe con el poder económico de la burguesía y el imperialismo o permite que la contrarrevolución termine con todos las conquistas bolivarianas. Esta es, en resumen, la cuestión que está en el orden del día.

Rosa Luxemburgo
Rosa Luxemburgo

Para ganar esta gran batalla es necesario armar los cuadros revolucionarios con ideas. Y no con cualquiera idea. El marxismo se basa, ante todo, en el fundamento de la experiencia viva del movimiento obrero. La historia del siglo XX está llena de experiencias. En muchos casos los revolucionarios pagaron por sus errores, y a veces, un precio muy alto.

Hace 90 años una de las militantes más brillantes de la historia del movimiento obrero fue asesinada. Rosa Luxemburgo era su nombre, y pensamos que sus ideas, obras y vida contienen lecciones importantísimas para los cuadros revolucionarios de Venezuela y el resto del mundo. 

Primeros años de militancia

Rosa Luxemburgo nació en la pequeña población polaca de Zamosc, el 5 de marzo de 1871. Desde muy joven fue activista del movimiento socialista. Con 16 años se unió a un partido revolucionario llamado Proletariat (proletariado), fundado en 1882.

Alrededor de 1889 su actuación llegó a oídos de la policía y tuvo que abandonar Polonia, ya que sus camaradas pensaron que podría realizar tareas más útiles estando en el exterior que siendo prisionera. Fue a Zúrich, en Suiza, que era el centro más importante de emigración polaca y rusa. Ingresó en la universidad, donde estudió ciencias naturales, matemáticas y economía. Tomó parte activa en el movimiento obrero local y en la intensa vida intelectual de los revolucionarios emigrados.

A los 22 años era ya un nombre reconocido en el movimiento obrero internacional y representó a su partido polaco en el Congreso de la Internacional Socialista de 1893. En 1898 se trasladó a Alemania, que en aquel entonces era el país donde el movimiento obrero tenía mayor fuerza. Allí empezó a trabajar en la revista teórica del SPD (el partido socialdemócrata alemán), Die Neue Zeit. Su trabajo no sólo incluía la escritura, sino todas las demás tareas de un cuadro revolucionario: Rosa habló en mítines, visitó a las mujeres trabajadores en sus fábricas y dirigió la publicación de varios diarios socialistas, entre otras actividades políticas.

La discución entre reformistas y revolucionarios

Alemania era al principio del siglo XX un país con una clase obrera numerosa, que contó con un partido enorme, el SPD (Partido Socialdemócrata Alemán) y con sindicatos en todo el país. Durante muchos años el SPD defendió la revolución proletaria como la única salida de la crisis capitalista. En 1914, antes de la guerra, el partido tenía 1.085.905 militantes y en las elecciones de 1912 los candidatos del partido habían recibido unos 4.250.000 votos.

Con esta gigantesca fuerza también se extendió el aparato organizativo del SPD. Sólo en los 90 diarios publicados hubo 267 periodistas a tiempo completo, más 3.000 obreros para la maquetación e impresión. Además de esto, la mayoría de sus 110 diputados eran profesionales a tiempo completo, al igual que la mayor parte de sus 2.886 consejos regionales. Esto por supuesto no fue un problema mientras el aparato se utilizó para fines revolucionarios y bajo el control democrático de los obreros y la base del partido. De hecho, el propio Lenin en su famoso escrito ¿Qué Hacer? utilizó la organización del SPD alemán, con sus revolucionarios profesionales, como un modelo a seguir.

Pero poco a poco, los dirigentes del SPD empezaron a distanciarse de la clase obrera y el aparato se transformó en su contrario. Este hecho tenía una base material, ya que sus salarios y modo de vida como funcionarios comenzaron a elevarse respecto a los de la propia clase obrera. El marxismo señala que el ser social determina la conciencia. Esta situación se evidenció en el surgimiento de las ideas revisionistas de Bernstein, uno de los fundadores del reformismo, y más tarde en la actuación de toda la dirección del partido. Las ideas de Bernstein eran parecidas en muchos aspectos a las que defienden hoy en Venezuela intelectuales como Heinz Dietrich.

Rosa Luxemburgo fue la primera persona en dar una respuesta contundente a estas ideas. En su famoso folleto Reforma o revolución desenmascaró las ideas de Bernstein. De manera inteligente y eficaz mostró cómo la pretensión de Bernstein de “modernizar” el marxismo y poco a poco reformar las instituciones estatales, estaba equivocada.

"El Estado actual no es «sociedad» ninguna en el sentido de la «clase obrera ascendente», sino el representante de la sociedad capitalista, o sea, un estado de clase (...) En conjunto, el parlamentarismo no aparece como un elemento socialista inmediato que va impregnando poco a poco a la sociedad capitalista, como supone Bernstein, sino, por el contrario, como un medio específico del estado burgués de clase" (Reforma o revolución).

En la misma obra explica con gran detalle las contradicciones inherentes en el sistema capitalista que impide una transición gradual hacía el socialismo, y luego concluye:

"La reforma legal y la revolución no son, por tanto, métodos distintos del progreso histórico que puedan elegirse libremente en el restaurante de la historia, como si fueran salchichas calientes y frías, sino que son momentos distintos en el desarrollo de la sociedad de clases que se condicionan y complementan uno a otro y, al mismo tiempo, se excluyen mutuamente, como el polo norte y el polo sur, o la burguesía y el proletariado”.

(...) "Todo el secreto de las revoluciones históricas a través del empleo del poder político reside en la transformación de los cambios meramente cuantitativos en una calidad nueva, o, más concretamente, en la transición de un periodo histórico, de un orden social, a otro.

"Por lo tanto, quien se pronuncia por el camino reformista en lugar y en contra de la conquista del poder político y de la transformación de la sociedad, en realidad no elige un camino más tranquilo, seguro y lento hacia el mismo objetivo, sino, también, otro objetivo; en lugar de la implantación de un nuevo orden social, elige unas alteraciones insustanciales en el antiguo. De este modo, al considerar las concepciones políticas del revisionismo se llega a la misma conclusión que al estudiar las económicas, es decir, que no buscan la realización del orden socialista, sino tan sólo la reforma del capitalista, no la eliminación del sistema de trabajo salariado, sino la disminución de la explotación, en una palabra, buscan la abolición de las aberraciones capitalistas y no las del propio capitalismo."

¡Estas líneas parecen escritas para contestar a los Heinz Dietrich, los Haiman El Troudi y los Diosdado Cabello en Venezuela hoy en día!

La guerra somete a todos a la prueba de fuego

Rosa Luxemburgo continuó su actividad política cada vez con más energía. En 1904, después de "insultar al Káiser", Rosa Luxemburgo fue sentenciada a nueve meses de prisión, de los cuales cumplió solo uno. Estaba presente en varios congresos de la Internacional Socialista y conoció tanto Lenin como a Trotsky. A pesar de ciertos desacuerdos, sobre todo en el terreno organizativo, ambos tenían una gran admiración por Rosa, admiración que mantendrían hasta su muerte. 

Entre la publicación de la obra citada, en 1898, y el comienzo de la guerra en 1914, la lucha entre reformistas y revolucionarios dentro del SPD continuó agudizándose. Son los grandes acontecimientos los que ponen a prueba cualquier partido y tendencia política, y las revoluciones y las guerras son los acontecimientos más importantes en la historia.

En el momento decisivo los líderes del SPD dejaron todas sus consignas revolucionarias a un lado y en el Parlamento votaron a favor de los créditos de apoyo a la guerra. Esta fue una traición sin precedentes. Lenin no podía creerlo y pensaba que el ejemplar del periódico del partido Vorwörts anunciando esta decisión era una falsificación hecha por los altos mandos del ejército alemán.  

No obstante, pese a la traición de la burocracia reformista del SPD que paralizó a los trabajadores y los arrastró a  la guerra, esta iba a tener un efecto importante sobre la conciencia de la clase obrera. Los continuos desastres en el frente de batalla, el malestar y descontento de los soldados y la situación de miseria en los barrios obreros de las ciudades forzaron al proletariado a intentar cambiar la sociedad.

Mientras casi todos los demás dirigentes del SPD capitularon al chauvinismo alemán y apoyaron la guerra, Rosa Luxemburgo se mantuvo fiel a los principios del marxismo.  A su alrededor organizó un grupo que más tarde se llamaría La liga espartaquista. A este grupo se sumó Carlos Liebknecht, un conocido diputado que era el único que había roto la disciplina y votado en contra de la guerra en el Parlamento.

Desafortunadamente, Rosa Luxemburgo también cometió ciertos errores de política y organización que más tarde jugaron en su contra. Durante los años anteriores había mantenido una polémica con Lenin sobre varios temas de gran importancia.

El SPD era la organización decisiva de la clase obrera a pesar de que su dirección apoyaba a la burguesía alemana. Rosa Luxemburgo y sus camaradas se mantenían dentro del partido, lo cual era correcto. Lucharon por ganar al máximo número de obreros para las ideas del marxismo genuino. Su gran carencia era otra. El problema fundamental fue que no hicieron el trabajo suficiente, de forma sistemática, para organizar la tendencia marxista, educar a los cuadros espartaquistas y tener una publicación regular de su grupo.

Aquí vemos una lección importante para Venezuela: Es necesario tener una tendencia marxista organizada si queremos luchar contra la derecha endógena. Si en Venezuela no construimos una corriente marxista dentro del PSUV con una publicación regular y una educación de cuadros marxista, será mucho más difícil actuar e intervenir en las luchas que decidirán el destino de la revolución.

1918: Año de revolución

Los acontecimientos internacionales tenían un efecto importantísimo sobre la conciencia del proletariado alemán. La Revolución Rusa de octubre de 1917, donde los soviets de obreros, campesinos y soldados, dirigidos por los bolcheviques, tomaron el poder, atrajo el entusiasmo de los obreros alemanes. Por otro lado, las continuas derrotas, el caos y la descomposición del ejército alemán en el frente occidental aumentaron la desconfianza de las masas con el régimen existente.

Cuando el Estado Mayor del Ejército alemán preparó una última batalla, movilizando los marineros para frenar el avance del enemigo, provocó un movimiento revolucionario; los marineros de la ciudad de Kiel, apoyados por el USPD y el SPD en la ciudad, tomaron las calles y fusionaron su comité con el Consejo Obrero, que efectivamente mantuvo el poder en la ciudad. El movimiento se extendió por todo el país; motines sacudieron división tras división del Ejército, se constituyeron consejos de soldados y trabajadores en las ciudades, haciéndose dueños de las mismas. Aunque Carlos Liebknecht proclamó la victoria de la revolución socialista el 11 de noviembre, el movimiento fue rápidamente desviado por la dirección del SPD con la ayuda de los dirigentes centristas del USPD, formando un gobierno conjunto.

Sin entrar en detalles, es necesario precisar que la revolución de noviembre en Alemania tenía muchos rasgos comunes con la revolución de febrero en Rusia. Es que decir que las masas, inexpertas y entrando en la vida política por primera vez, no tenían totalmente claro la necesidad de romper con la burguesía. De hecho hubo muchas ilusiones democráticas y un grado de confianza en los dirigentes de la SPD, que prometieron mejoras para la clase obrera pero “sin una revolución violenta”. Para resumir; la clase obrera tenía el poder en sus manos pero no estaba consciente de ello y entregó el poder a los dirigentes del SPD que trabajaban bajo las órdenes de la burguesía alemana.

Esto por si mismo no era un problema. En el desarrollo de toma de conciencia de la clase obrera este es un estadio muy normal. Después la revolución de febrero en Rusia, Lenin pensaba que era cuestión de explicar pacientemente el programa bolchevique y construir las fuerzas revolucionarias para poder conquistar el apoyo de las masas en los soviets y luego pasar a la toma de poder.

Enero de 1919: La vanguardia cae en la trampa

Rosa Luxemburgo había estado en la cárcel durante la guerra. Desde allí continuaba la actividad, enviando mensajes y llamamientos a grupos revolucionarios en Alemania y otros países. Desde allí también había saludado la victoria de los bolcheviques con gran entusiasmo. La revolución de noviembre en Alemania la liberó y con toda su energía se sumergió en la lucha revolucionaria.

Junto con Carlos Liebknecht y los otros espartaquistas empezó organizar sus fuerzas. Sin embargo, había en Alemania un exceso de activistas dentro de las filas espartaquistas que no entendían el estadio de ánimo de las masas y el desarrollo de conciencia. Desesperados por el, al parecer, lento ritmo de la revolución buscaron soluciones rápidas. Muchos de estos jóvenes y no tan jóvenes revolucionarios transformaban su impotencia frente a los reformistas en impaciencia. Sustituyeron la conquista del apoyo entre las masas por la toma del poder, sin considerar seriamente el estado de ánimo ni el nivel de conciencia del proletariado en esos momentos.

En los periodos de revolución y contra-revolución el peligro del ultra-izquierdismo siempre está presente. La revolución alemana es una muestra clara de eso y también una advertencia importantísima para Venezuela.

Para los marxistas siempre es fundamental resaltar que hay distintas capas en la clase obrera, en la juventud y en el campesinado que sacan conclusiones a ritmos distintos. Los sectores más avanzados, entre ellos los activistas en el movimiento obrero, se dan cuenta de la traición de los dirigentes reformistas muchísimo más rápido que, por ejemplo, los obreros de las bases. Por lo general los obreros son muy fieles a la organización y a los dirigentes que los han despertado a la vida política. Requieren grandes acontecimientos para romper con ellos y buscar una alternativa.

En las filas espartaquistas la impaciencia aumentó. A pesar de los deseos de Rosa Luxemburgo y Leo Jogiches (otro importante dirigente espartaquista), los espartaquistas decidieron formar el Partido Comunista en diciembre 1918. Pero sin una preparación seria y un esfuerzo para ganar el máximo apoyo. Por ejemplo, la Red de Delegados Revolucionarios, vanguardia del movimiento obrero en Berlín, que había planteado una serie de condiciones justas para poder integrarse al nuevo partido, fue rechazada. De esta manera los espartaquistas desaprovecharon la posibilidad de agrupar bajo sus filas a un sector decisivo de la clase trabajadora.

El Congreso Fundacional del KDP(S) – Partido Comunista de Alemania (espartaquista) – tenía el apoyo de los bolcheviques. No obstante, el Congreso no apoyó los métodos que habían empleado los bolcheviques durante la revolución rusa. Por el contrario, los elementos sectarios vencieron a Rosa Luxemburgo y Carlos Liebknecht en los puntos más decisivos: rechazo a participar en elecciones parlamentarias y rechazo a trabajar dentro de los sindicatos con predominancia del SPD.

A pesar de los resultados confusos del Congreso Fundacional de diciembre de 1918, no todo estaba perdido para los comunistas alemanes. En este mismo mes se produce una intensificación de la lucha de clases. El USPD fue expulsado del gobierno por Ebert, el canciller del SPD. Aunque se ordenó la entrada de diez divisiones militares a Berlín para asegurar el reino de la reacción, los soldados se negaron, influenciados por propaganda revolucionaria. Las ilusiones democráticas de noviembre poco a poco se estaban disipando. La burguesía alemana estaba consciente de este hecho. Utilizaron el tiempo para formar los Freikorps, bandas paramilitares que pronto contaron con 80.000 miembros en Berlín.

En enero viene la provocación decisiva de la derecha: En Berlín botan al Eichhorn, un conocido dirigente izquierdista del USPD, que era el entonces jefe de la policía en la capital alemana. El USPD y el KPD(S) responden con la convocatoria a una manifestación el cinco de enero. Centenares de miles de obreros asisten a la manifestación. Pero los revolucionarios no tienen ningún plan consciente para continuar la lucha y darle una orientación clara. Dejan transcurrir el día debatiendo y debatiendo mientras miles de obreros retornan a sus casas.

Una vez pasado el cinco de enero, los comunistas se inclinan al ultra-izquierdismo. Sin consultar la dirección del KPD(S), Liebknecht y Pieck (otro dirigente comunista) firman una declaración junto con miembros de la coordinadora revolucionaria, donde explican que su objetivo inmediato es derrocar al gobierno, pero sin haber hecho preparaciones serías ni un esfuerzo para ganar a la mayoría en los comités de obreros y soldados. Muchos edificios importantes en la ciudad fueron tomados por los comunistas y la insurrección tenía una repercusión en la vanguardia. Pero esto no fue suficiente.

Aunque Rosa Luxemburgo se opuso a empezar la lucha por derrocar el gobierno, una vez en plena batalla ella no entendía la necesidad de hacer la retirada. La clase dominante aprovecha el momento, empieza la represión y envían a los Freikorps para detener y matar a Rosa Luxemburgo y Carlos Liebknecht.

Aquí vemos la consecuencia directa de la falta de trabajo paciente de educación de los cuadros por parte de los dirigentes espartaquistas; en los momentos decisivos fueron desbordados por los obreros a la izquierda, impacientes por la falta de acción pero sin una estimación sobria de las posibilidades para hacer una insurrección exitosa.

Era necesaria una retirada temporal, parecida a la que hicieron los bolcheviques en 1917, con el mismo objetivo. El KPD(S) debió empezar una campaña para ganar la mayoría en los consejos de obreros y soldados, pero los dirigentes espartaquistas continuaron la insurrección e hicieron un principio de honor la defensa del edificio ocupado de Vorwörts (el periódico socialdemócrata).

El doble asesinato de Luxemburgo y Liebknecht tuvo lugar el 15 de enero 1919.  Los dos líderes revolucionarios más importantes del proletariado alemán fueron eliminados.

A pesar de todas las diferencias que Lenin había tenido a lo largo de los años, cualificó Rosa como un águila de la clase obrera. En un artículo de 1922 defendió a Rosa de la siguiente manera, en contra los que querían tergiversar su memoria:

"Vamos a contestar a esto con dos líneas de una estupenda fábula rusa: un águila puede en ocasiones descender más bajo que una gallina, pero una gallina jamás podrá ascender a la altura que puede hacerlo un águila. Rosa Luxemburgo se equivocó en la cuestión de la independencia de Polonia; se equivocó en 1903 cuando enjuició al menchevismo... (sigue toda una serie de equivocaciones)...pPero a pesar de todas esas faltas fue y sigue siendo un águila; y no solamente su recuerdo será siempre venerado por los comunistas de todo el mundo, sino que su biografía y la edición de sus obras completas (con las que los comunistas alemanes se retrasan en forma inexplicable, lo que parcialmente se puede disculpar pensando en la insólita cantidad de víctimas que han registrado en su lucha) representarán una valiosa lección para la educación de muchas generaciones de comunistas de todo el mundo" (escrito en febrero de 1922, publicado en Pravda, núm 87, 16 de abril de 1924).