África

Ayer, cientos de miles de trabajadores, campesinos y pobres tomaron las calles por todo Sudán para protestar contra el brutal gobierno de la Junta, organizada en el Consejo Militar Transicional (TMC, por sus siglas en inglés).

El lunes 17 de junio, el ex presidente de Egipto, Mohamed Morsi, se desmayó y murió durante el juicio por espionaje al Estado egipcio. Morsi, que padecía diabetes y enfermedades crónicas del riñón y el hígado, había estado encarcelado desde 2013, cuando su presidencia fue derrocada por uno de los mayores movimientos de masas de la historia de la humanidad.

El número de bajas a manos de las milicias de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) en Sudán, después de la represión de la protesta la semana pasada, alcanza a 113. Pero si los gerifaltes que ordenaron esta carnicería pensaban que sofocarían la revuelta del pueblo sudanés, claramente calcularon mal.

La revolución sudanesa ha sido una inspiración para los trabajadores, las mujeres y los jóvenes de todo el mundo. Las mujeres en particular han revelado un tremendo potencial revolucionario. Todo lo que había de progresista en la sociedad sudanesa emergió para mostrarle al mundo que la sociedad puede ser cambiada. Pero también había un lado más oscuro, que ahora ha levantado su fea cabeza de la manera más brutal posible ¿Por qué está pasando esto?

La destitución del ex dictador de Sudán, Omar A-Bashir, el 11 de abril no supuso el fin de la revolución sudanesa. Por el contrario, lejos de satisfacer las principales demandas de la revolución, la toma del poder por parte del ejército es un intento de desorientar a las masas y robarle sus logros. Sin embargo, las masas no se están dejando arrebatar su victoria tan fácilmente.

Después de casi tres décadas en el poder, Omar al-Bashir fue destituido como presidente de Sudán por las protestas populares. Las masas han salido a las calles en lo que solo se puede describir como un movimiento revolucionario, aunque sin una dirección ni demandas claras. El propio Bashir ha sido arrestado y el ejército lo "mantiene en un lugar seguro".

Los argelinos salieron a celebrar en las calles anoche [2 de abril], después de que el presidente Abdelaziz Buteflika anunciara su renuncia. Esto viene después de un mes y medio de protestas masivas contra su gobierno. Pero su sola salida no resolverá nada, las masas ahora están pidiendo la caída de todo el régimen.

El pasado viernes 15 de marzo, millones de argelinos salieron a las calles por cuarto viernes consecutivo para protestar contra el régimen de Abdelaziz Buteflika. Según las primeras valoraciones, las protestas fueron incluso más grandes que las masivas protestas que sacudieron al régimen el viernes pasado (8 de marzo). Acostumbrados a haber cometido sus crímenes con total impunidad, el régimen se ha dado cuenta de que las masas revolucionarias no se rendirán fácilmente.

Ayer por la noche, las calles de Argelia estallaron de alegría después del anuncio de que el odiado y eterno dictador se retiraba de las elecciones presidenciales programadas para abril. "¡No hay quinto mandato para Buteflika!" era el grito que agrupa a las masas desde hace semanas. Ahora parece que han logrado su objetivo.

Mientras escribimos estas líneas, el imperio Zuma-Gupta se está desmoronando. En uno de los días más dramáticos de los últimos tiempos en la política sudafricana, Jacob Zuma -y sus amigos, los hermanos Gupta- están siendo purgados por un ala rival de la clase dominante. La purga es el signo más enfático de que las dos facciones rivales ya no pueden cohabitar.

Nota: este artículo fue publicado poco antes de que Mugabe anunciara su renuncia.

"No olvidemos que esta guerra se libra en nuestro nombre, nosotros, los trabajadores marroquíes, los campesinos y los jóvenes, no olvidemos que las Fuerzas Armadas Reales han estado involucradas en un montón de bombardeos y vandalismo desde el primer día de su lanzamiento. El régimen participa oficialmente con 6 aviones de combate y 1.500 soldados. El número real es ciertamente mucho más alto. "

"La fuerza del movimiento contemporáneo reside en el despertar de las masas y su debilidad reside en la escasa sensibilidad e iniciativa de los líderes revolucionarios"

El miércoles 9 de diciembre, el gobierno de Sudáfrica quedó expuesto a una nueva crisis cuando el presidente Jacob Zuma despidió inesperadamente a  su ministro de Finanzas, Nhlanhla Nene, y lo reemplazó con David van Rooyen, un diputado del CNA (Congreso Nacional Africano) poco conocido. Esta decisión fue tan inesperada que ni el CNA ni los miembros de su propio gabinete fueron conscientes de ello. Los acontecimientos de los cuatro días siguientes, una vez más sacudieron al país hasta sus cimientos y marcó el comienzo de una nueva etapa en la lucha de clases.

El viernes 23 de octubre, el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, anunció que no habrá aumentos de las matrículas universitarias de los estudiantes para el próximo año. Este fue un claro intento por parte del gobierno para contener un movimiento que se ha hecho demasiado grande para poder ser controlado.

En los últimos días, los acontecimientos en Burkina Faso se han transformado vertiginosamente. A sólo unas semanas de celebrar elecciones presidenciales, el ala más reaccionaria del régimen, el Regimiento de Seguridad Presidencial (RSP), derrocó al gobierno de transición con un golpe de Estado. El supuesto período de transición que vivía el país ha quedado interrumpido y ha dejado al régimen sumido en un verdadero caos.