Los capitalistas pasan la factura de la crisis a los trabajadores - Una receta para la intensificación de la lucha de clases en todo el mundo

La economía capitalista mundial está siendo sacudida por varios cimbronazos que tienen por escenario no grandes empresas o bancos, sino países enteros. Aunque, globalmente, la economía capitalista parece estar saliendo de la crisis más grave en 70 años esta salida está siendo muy traumática para millones de familias trabajadoras en todo el mundo, como los marxistas ya preveíamos, comenzando por los países capitalistas más desarrollados, donde la crisis tuvo su epicentro.

"Recuperación estadística y recesión humana"

El FMI pronostica un crecimiento para este año del 3,8% del PBI mundial. Pero las cifras de crecimiento previstas son muy dispares, desde los raquíticos 2,25% para EEUU y 1% para la Unión Europea (UE) hasta el, aparentemente robusto, 10% para China. Pero, como afirmó Larry Summers, asesor económico de Barack Obama: "Tres billones de euros después, estamos ante una recuperación estadística y una recesión humana".

Según el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), dependiente de la ONU, publicado a fines de enero, el desempleo aumentó en 34 millones en todo el mundo desde el inicio de la crisis en 2007. Pero el informe deja abierta la posibilidad de que, aun con crecimiento económico, los efectos de la crisis puedan elevar esta cifra hasta los 50 millones de desocupados en los próximos meses. Sólo en el 2009 el desempleo aumentó en 27 millones de personas, cerca de la mitad (12 millones) en los países centrales del imperialismo: EE UU, Japón y Europa. En EEUU la tasa de desempleo alcanza el 10%, y en países europeos como España, llega hasta el 18,8%.

Lo más llamativo del informe de la OIT es que señala que los niveles de empleo previos a la crisis no se alcanzarán hasta dentro de cinco años, y en algunos casos hasta dentro de una década.

Según la OIT, a fines del 2009 había "oficialmente" 212 millones de trabajadores desempleados en todo el mundo. Pero más significativa aún es la cifra de trabajadores con empleos precarios que abarcan ¡a más de la mitad de la fuerza de trabajo del planeta!, más de 1.500 millones de personas.

Además, el número de trabajadores pobres no deja de subir. La OIT estima que 633 millones de empleados y sus familias vivían con menos de 1,25 dólares diarios en 2008.

Pero todo esto sólo es una cara del padecimiento que la crisis capitalista deposita sobre los hombros de las familias obreras. Debido a los enormes déficits acumulados por los Estados para salvar de la quiebra a los grandes banqueros y empresarios parásitos, van a recortarse los gastos sociales en un país tras otro, lo que implicará la rebaja del sueldo a los empleados públicos y la elevación de la edad de jubilación, como se ha anunciado estos días en España y Grecia, para tratar de que el máximo número posible de trabajadores se mueran, literalmente, trabajando y los Estados puedan ahorrarse así millones de dólares en gastos de jubilaciones. A eso hay que sumar el desfinanciamiento que se prevé en la salud y la educación públicas, y en las infraestructuras de los barrios obreros.

El carácter rapaz, decrépito y degenerado del capitalismo ha quedado claramente expuesto con esta crisis. La crisis fue desatada por la creación irracional, por los banqueros y corporaciones multinacionales, de una cantidad ingente de capital ficticio, inexistente, no corporizado en mercancías ni en riqueza real, sino en créditos. Finalmente, estos créditos no tomaron cuerpo real en cosas concretas y materiales, eran fantasmas que deambulaban por los libros de balance de los bancos y las bolsas de todo el mundo. La irracionalidad capitalista, expresada en la crisis, se manifestó en que a esos fantasmas había que inyectarle sangre y músculo reales para limpiar los libros deficitarios de balance de bancos y empresas privadas. Fueron los billones de dólares en gastos estatales la manera en que fueron limpiados estos balances, y ahora los gobiernos y capitalistas se aprestan a sacar de la sangre y los músculos de la clase trabajadora, de la savia vital que recorre la sociedad en cada país, esos recursos para enjugar los déficits estatales descomunales que dejaron los rescates a los grandes capitalistas de todo el mundo. De manera que para dar vida a un fantasma, se debilitó la parte sana y vital de la sociedad. La sociedad capitalista es hoy más débil y enclenque de lo que era antes de la crisis.

Estados Unidos

Estados Unidos comparte las mismas características que vemos en todos los países. Una salida de la recesión acompañada con elevados niveles de desempleo y de déficits presupuestarios. El destino de recursos para aliviar las cuentas públicas a expensas del gasto público social y del consumo de las masas prolongará el carácter débil del crecimiento económico estadounidense durante años.

La tasa de desempleo oficial está en el 10%, unos 15 millones de personas. Pero si contamos los subempleados, y los 1,1 millones que se estima que desistieron de buscar empleo, el desempleo real supera el 17%.

No es extraño en estas circunstancias que la productividad de las empresas haya subido un 6,2% por el aumento de horas trabajadas con lo mismos o menos trabajadores, y por la reducción del costo laboral en un 4,4%, en el último trimestre del 2009. Todo esto revela una intensificación de la tasa de explotación de los trabajadores, que tarde o temprano deberá hacerse notar con un incremento de la lucha de clases en Estados Unidos.

El Presupuesto para el 2010 presentado por el gobierno de Obama alcanza los 3,8 billones de dólares, con un déficit de 1,56 billones de dólares, el 10,6% del PBI de EEUU. Uno de los aspectos relevantes de este presupuesto es que deroga algunas reducciones de impuestos otorgadas por Bush para favorecer a los grandes bancos y empresas, y para aquellos que ganan más de 250.000 dólares. Y es lo que explica la feroz resistencia de los Republicanos en el Senado para apoyarlo.

Es significativo que, pese a tamaño endeudamiento, se incrementen los gastos militares en Afganistán, 33.000 millones de dólares más, y 43.000 millones más en partidas de seguridad (aeropuertos, muro en la frontera con México, etc.). El costo extra de ejercer como policía mundial, en un período de declive capitalista, se transforma cada vez más en un peso insoportable para la principal potencia mundial y tiende a socavar sus fundamentos económicos.

Los 100.000 millones de dólares anunciados para la creación de empleo, no tendrán apenas efecto. No son programas sociales de construcción y desarrollo de infraestructuras a gran escala, sino desgravaciones impositivas a empresas, ayudas para la contratación de trabajadores, programas de ayuda a gobiernos locales, etc.

China

El 10% de crecimiento este año previsto para China aparece como una luz en medio de la oscuridad de la economía mundial. En gran medida, detrás de este crecimiento económico vemos los efectos de los ingentes recursos estatales que el gobierno chino destinó para sortear la crisis, estimados en cientos de miles de millones de dólares, destinados a infraestructuras, créditos y subvenciones a empresas, etc. China necesita crecer a tasas mínimas anuales del 8% para impedir un agudo conflicto social ya que son 22 millones las personas que anualmente se incorporar al mercado de trabajo en China.

Pero esto tiene otra cara. En el contexto de un estancamiento en los mercados europeos, japoneses y estadounidenses las mercancías chinas cada vez encuentran mayores dificultades para ser colocadas. La tendencia a la sobreproducción de mercancías y a la sobrecapacidad productiva instalada no ha disminuido con la crisis mundial y posterior recuperación, se profundiza. En la reciente cumbre de empresarios en la localidad suiza de Davos, el gobernador del Banco Central chino, Zhu Min, expresó esta preocupación. Según la corresponsal del diario español El País: Zhu Min "anunció nuevas medidas para mitigar el exceso de capacidad en sus plantas de acero, de cemento y en otras industrias. Eso supondrá cerrar fábricas. Más paro." (El País 1/2/10)

La amenaza de la cesación de pagos (default)

El primero de la nueva serie de cimbronazos que mencionamos al principio tuvo lugar a fines de noviembre del 2009 en un pequeño país del golfo pérsico, Dubai, que declaró la cesación de pagos (Default) de su deuda externa. El Banco de Pagos Internacionales estima que Dubai debe al resto del mundo 120.000 millones de dólares por lo que el impago de esta deuda exporta el problema a los países y entidades financieras acreedoras. La crisis de Dubai fue provocado por la bancarrota de la principal compañía constructora e inmobiliaria del país, la estatal Dubai World, que entró en bancarrota y pidió postergar por 6 meses el pago de sus deudas, estimadas en 60.000 millones de dólares.

Paradójicamente, sobre la base del aumento de las deudas y déficits públicos acumulados por la mayoría de los países capitalistas para escapar a la crisis se ha formado una nueva burbuja especulativa financiera que consiste en la proliferación de compra-venta de bonos llamados Credit Default Swap (CDS) cuyo objeto es apostar sobre las posibilidades que tiene un país en declararse en cesación de pagos (default). Como explica el marxista británico Mick Brooks: "Por ejemplo, la deuda pública de Gran Bretaña representaba el 46 % de su PIB en 2006 y se espera que alcance el 89,3 % en el 2011, como consecuencia de la crisis. Como resultado, las apuestas a favor del default del gobierno británico sumaron 24.000 millones de dólares contra 12.000 millones en el 2006". (Mick Brooks. ¿Where will fall the next domino? http://www.marxist.com/ 24/01/10)

En este mismo artículo Mick Brooks explica muy bien la posibilidad de que algunos países caigan en cesación de pagos no es sólo una posibilidad hipotética. La deuda pública ha tenido un crecimiento dramático en los países capitalistas más desarrollados, fundamentalmente por el rescate a los grandes bancos y empresas privadas amenazados por la quiebra y, en menor medida, por el incremento en gastos sociales (ayudas a desempleados, hipotecas, etc.) para prevenir estallidos sociales. Pero la llegada de la crisis a estos países también implicó, en paralelo, una reducción ostensible de los ingresos por impuestos. Eso obliga a algunos gobiernos a tomar dinero prestado a otros países con un incremento enorme de su deuda pública y externa.

Esto está teniendo los efectos más perversos en los eslabones más débiles de la Unión Europea (UE): Grecia, Portugal y España. En general, para sortear la crisis los países suelen recurrir a la devaluación de sus monedas, dejando caer su valor frente a otras monedas nacionales para que las exportaciones sean más baratas y las importaciones más costosas. De esta manera, tratan de exportar la crisis y el desempleo a los demás países. Pero los países de la zona euro no pueden hacer esto. No pueden devaluar porque comparten una moneda común. O lo hacen todos al mismo tiempo o no lo puede hacer ninguno aisladamente. Las tasas de interés y la política monetaria son las mismas en todas las naciones de la región, establecidas por el Banco Central Europeo. Hasta hace poco, también tenían limitados su déficits públicos a un máximo del 3% del PBI de cada país, pero esta norma ha sido violada por casi todos los países de la UE con esta crisis.

Grecia

La crisis de las economías de Grecia y España han llenado las tapas de los diarios de todo el mundo en estas semanas. Las noticias se han centrado en los rumores sobre las dificultades de ambos países para pagar su deuda pública. El déficit presupuestario de Grecia alcanza el 12,7 % del PIB del país, más de cuatro veces el máximo permitido por la UE, con una deuda pública total que alcanza el 114 % de su PBI. En el caso de España el déficit fiscal también es muy elevado, el 11,4% de su PIB.

En la actualidad, el Gobierno griego tiene que pagar casi un 2 % más de tasas de interés que Alemania al capital financiero internacional en sus bonos de deuda a 10 años. Claramente los especuladores exigen tasas más altas porque temen que el Gobierno griego pueda entrar en cesación de pagos.

Esto fue lo que ocurrió en España. La Bolsa de Madrid perdió un 9% de su valor en apenas 3 días de la semana pasada, como consecuencia de las desinversiones de los especuladores e inversores financieros. Esto obligó al gobierno español a ofrecer una mayor rentabilidad (suba de tasas de interés) para encontrar quien comprara los bonos de la deuda pública española. Esto ha calmado, temporalmente, los apetitos de los buitres financieros.

Sin embargo, hay que decir que más allá de la gravedad de la crisis económica en ambos países, lo que hay detrás de los ataques especulativos del capital financiero internacional contra el euro, que vio caer su valor frente al dólar, y contra las bolsas de Grecia, Portugal y España, fue una campaña de desestabilización contra los gobiernos socialdemócratas que gobiernan estos países, quienes semanas y meses antes habían afirmado que no aplicarían políticas de ajuste contra los trabajadores.

El objetivo de esta campaña desestabilizadora, donde el propio FMI estuvo implicado con declaraciones provocadoras de sus máximos responsables sobre la situación económica en estos países, era doblegar a estos gobiernos y ponerlos de rodillas para que adoptaran duras políticas de ajuste contra la clase obrera y los jubilados de sus países, y así aliviar las deudas estatales. La campaña también tiene por objetivo aplastar cualquier atisbo de resistencia del movimiento obrero en Grecia, España y Portugal contra estos planes, teniendo en mente las dos huelgas convocadas en Grecia en el sector público contra los planes de ajuste anunciados por el gobierno socialista de Papandreu. La primera huelga tuvo lugar el 10 de febrero con un acatamiento masivo en la administración, educación, salud y transporte. La segunda se anuncia para el próximo 24 de febrero.

Las intenciones de los capitalistas europeos se expresan abiertamente en los diarios con total arrogancia y desparpajo: "Los expertos en política de la UE, los inversores y las agencias calificadoras de riesgo han instado al Gobierno socialdemócrata del país [Grecia], que es proclive a las protestas violentas, a mantenerse firme y no ceder a las reivindicaciones de los sindicatos" (El País, 10 febrero 2010).

El plan de ajuste anunciado por el gobierno de Papandreu es brutal. Se propone reducir el déficit presupuestario del 12,7% al 2,8% del PBI, achicar los salarios de los empleados públicos entre un 1% y un 5,5%, aumentar la edad de jubilación de los 61 a los 63 años en el sector público, aumentar los impuestos a los combustibles, el tabaco y el alcohol, entre otros. El plan incluso prevé una contracción del PBI del 12% entre 2010 y 2013; es decir, una recesión económica con caídas del PBI del 3% durante 4 cuatro años consecutivos y una tasa de desocupación del 15%-17%.

Como afirmó Ilias Iliopoulos, secretario general del sindicato del sector público ADEDY: "Ellos habían prometido que pagarían los ricos, pero a cambio le están quitando el dinero a los pobres. Esta es la política contra la que estamos luchando, no el esfuerzo por salir de la crisis" (El País, 10 febrero 2010).

Está claro que, en medio de una recesión profunda, un hundimiento del gasto estatal y del poder adquisitivo de las masas sólo puede conducir a una depresión económica colosal en los próximos años en Grecia, donde la vida para millones de trabajadores será un infierno.

España

En España se propone un plan similar. El gobierno de Zapatero ha cedido a la presión de la burguesía española y del capital internacional y anunció una profundización de su política antiobrera, cuyos elementos más relevantes son el congelamiento del gasto público, la propuesta de elevar la edad de jubilación de los 65 a los 67 años (la patronal exige elevarla a los 70 años), el abaratamiento del despido y el congelamiento salarial. También hay presiones para forzar un pacto social que debilite la negociación colectiva de los trabajadores y los reclamos salariales.

El ajuste propuesto en el gasto del Estado implicaría una reducción de de 50.000 millones de euros (67.000 millones de dólares) en 4 años, para dejar el déficit fiscal al 3% del PBI en 2013. Esto equivale a sacar de la economía española una cantidad de dinero equivalente al 6,5% del PBI y, por sí solo, tendría unos efectos comparables a los producidos por un año o dos de recesión profunda.

Como en Grecia, cínicamente, los representantes del capital no se andan con rodeos para señalarle al gobierno español cuál debe ser la política económica a aplicar: " ‘No hay ninguna conspiración externa, sino preocupación por los números. El Gobierno ha de avanzar en las reformas del mercado de trabajo y de las jubilaciones. Cualquier mala noticia puede volver a hundir la confianza', responde Luis Garicano, de la London School of Economics" (El País, 9 de febrero). Hasta un economista tan relevante como Paul Krugman, último Premio Nóbel de Economía, llegó a establecer las perspectivas para la economía española en los años inmediatos: "España parece ahora condenada a sufrir años de deflación y mucho paro [desempleo]". (El País, 10 febrero 2010).

La situación económica y social en España es pavorosa. Tras dos años consecutivos de recesión, también se prevé una caída de la actividad económica este año. Hay 4,3 millones de desempleados, el 18,8% de la fuerza de trabajo, y podría llegar al 20% este año, superando los 5 millones de desocupados. Este súbito incremento del desempleo se vio favorecido por el elevado porcentaje de trabajadores con empleos precarios y temporales en España, el 35% de los asalariados antes de la crisis, que pueden ser despedidos con un costo mínimo para los empresarios. Después de dos años de crisis, los trabajadores precarizados se redujeron hasta el 25% de los asalariados. También hay 1,2 millones de hogares donde nadie trabaja.

Socialismo o barbarie

Las políticas de ajuste anunciadas en España. Grecia, Portugal y España son un banco de pruebas de lo que quieren aplicar en el resto de Europa, pero no será fácil por el temperamento revolucionario de los obreros del sur de Europa.

Como hemos explicado varias veces en estos meses desde la Corriente Marxista Internacional, la salida de la recesión económica mundial encontraría a la clase trabajadora más desocupada, con menor poder adquisitivo y con menos derechos sociales que antes de la crisis. Sin perspectiva de un mejoramiento claro en sus niveles de vida, la persistencia de políticas de ataques y de ajuste, y un incremento de la arrogancia patronal en las empresas, van a provocar un acrecentamiento de la lucha de clases.

La necesidad de que la clase obrera se apropie de la riqueza que ella genera con su trabajo (particularmente, las grandes empresas, bancos, monopolios y latifundios) y la oriente a satisfacer las necesidades sociales de la inmensa mayoría de la población se hace cada vez más acuciante para evitar un descenso a la barbarie y la miseria extrema.

Los grandes capitalistas parecen muy confiados en poder hincar el cuchillo y el tenedor sobre la clase obrera, pero los trabajadores se encargarán de que se les indigeste el almuerzo a estos señores. En realidad, ellos son una minoría muy pequeña en la sociedad y la clase obrera representa la mayoría aplastante de la población.

Los grandes empresarios y banqueros sólo pueden apoyarse en los dirigentes reformistas del movimiento obrero, políticos y sindicales, para llevar a cabo sus políticas antiobreras. La lucha contra el capital es, por lo tanto, una lucha paralela contra las posiciones reformistas y de conciliación de clases en el movimiento obrero, y la construcción de una alternativa clasista, marxista, en su seno y particularmente en las organizaciones de masas de los trabajadores.