Elecciones municipales y autonómicas 26M: Votar Unidos Podemos y sus confluencias

Las elecciones generales fueron una derrota sin paliativos para la derecha y una importante victoria para el PSOE que pueden verse confirmadas en las elecciones municipales y autonómicas del próximo 26 de mayo, en las que se juega buena parte del poder regional del PP y la permanencia de los “Ayuntamientos del Cambio”.

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Balance de los ayuntamientos del cambio

Las elecciones municipales de 2015 supusieron un vuelco sin precedentes desde la Transición. Los ayuntamientos de Madrid, Barcelona, Valencia y otras capitales importantes pasaron a ser gobernadas por fuerzas políticas a la izquierda del PSOE. Este fue el resultado concreto en el terreno municipal del ciclo de luchas 2011-2014 y del ciclo de movilización electoral inmediatamente posterior. No en vano, muchos de los protagonistas de las confluencias municipales de 2015, como Ada Colau o los promotores de Ganemos Madrid, jugaron un papel destacado en la oleada de luchas y de aumento de la participación en política que se abrió con el 15M.

Pasados cuatro años de esta resonante victoria, toca hacer un balance realista de la gestión y desarrollo político de estos gobiernos municipales. Destacamos en primer lugar los avances habidos para terminar con la corrupción de la derecha, se incrementaron las políticas sociales, y mejoraron las condiciones de los barrios más deprimidos. Pero, honestamente debe reconocerse, no se colmaron las expectativas creadas.

Los ayuntamientos del Estado español tienen atribuciones limitadas, aunque importantes, y éstas, sobre todo en materia económica, encontraron importantes trabas por las políticas de austeridad y recortes impuestas por el gobierno del PP. La llamada “Ley Montoro”, por ejemplo, impedía a los ayuntamientos reinvertir su superávit, lo que ha impedido en buena medida desarrollar buena parte de las políticas que proponían las confluencias. Esta política de sabotaje abierto a los ayuntamientos de izquierdas llegó a su culmen con la imposición al Ayuntamiento de Madrid del Plan Económico y Financiero (PEF), que le forzaba a dejar de ejecutar buena parte de las inversiones presupuestadas, siendo los barrios obreros de la ciudad los más afectados por este frenazo a la inversión. La oposición del concejal de Economía, Carlos Sánchez Mato, al PEF motivó su cese por parte de Carmena, que con esto rubricó su rendición.

Aun así los ayuntamientos seguían contando con un margen de actuación en materia social que, a grandes rasgos, se ha desaprovechado lamentablemente. Así, pese a algunas (limitadas) remunicipalizaciones y a pesar de los indudables avances en materia de medio ambiente, cultura, memoria democrática y participación ciudadana, los ayuntamientos del cambio no han conseguido prácticamente avances en las cuestiones materiales (vivienda, empleo, equipamientos) por su incapacidad para forzar los límites de sus competencias y su desconfianza hacia las masas.

Hay que apelar a la movilización popular

Una fuerza de izquierdas al frente de un ayuntamiento, para mantenerse en el poder y ampliar su base social, no sólo debe llevar a cabo su programa en lo que respecta a sus competencias , lo que incluye la remunicipalización de los servicios públicos y una ambiciosa política de inversión en los barrios obreros, sino también apoyarse en la organización y movilización popular y ponerse al frente de la misma para luchar por todo aquello que vaya más allá de sus competencias, como ocurre con las cuestiones de vivienda, empleo, educación, sanidad… Y también debe enmarcar todas esas luchas, su propio programa y su propia gestión en un horizonte más amplio de transformación social.

Sin embargo, buena parte de los activistas y las fuerzas políticas, en especial Podemos, que dieron lugar a las confluencias municipales de 2015, partían ya de premisas totalmente diferentes: de lo que se trataba era de demostrar simplemente que los “peligrosos” activistas sociales y la “nueva” izquierda podían “gestionar mejor” dentro de los límites del capitalismo, sin cuestionar éste y sin forzar las competencias municipales para llevar a cabo su programa, ni tampoco promoviendo la movilización popular, de la que surgieron y que les propulsó, para presionar al resto de administraciones por la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos. Además, el agotamiento del ciclo político en 2016 provocó un repliegue generalizado de los elementos más combativos y más a la izquierda de estas organizaciones, repelidos a su vez por la adaptación cada vez mayor de los gobiernos municipales, y del propio Podemos, a la institucionalidad burguesa. Esto ha sido más acentuado en el caso de Madrid y ha terminado con la escisión de Ahora Madrid.

Al final de la legislatura, lo que eran confluencias amplias construidas democráticamente y con un ambicioso plan de reformas sociales han quedado reducidas, en la mayor parte de los casos, a opacos equipos de gestión que no responden ante ninguna estructura democrática y completamente adaptados a los límites de la institucionalidad burguesa, sin que en estos cuatro años hayan resuelto muchos de los problemas más acuciantes de las masas trabajadoras (especialmente en materia de vivienda). La desilusión y el alejamiento cada vez mayor de la base social de las confluencias de 2015 se están expresando en Barcelona con el aumento de la expectativa de voto de ERC, y en Valencia y Zaragoza con un corrimiento hacia el PSOE.

Votar a Madrid En Pie-Unidos Podemos

Sólo en Madrid el descontento ha encontrado una expresión organizada por la izquierda, con la escisión del ala izquierda de Ahora Madrid. Esta se ha venido desarrollando prácticamente desde los inicios del gobierno de Carmena en oposición a sus renuncias programáticas y a decisiones políticas como la que terminó por desatascar la llamada “Operación Chamartín”, un proyecto especulativo de los grandes bancos y constructoras en el norte de la ciudad que finalmente consiguió el visto bueno de la alcaldesa “del cambio” y su equipo. Finalmente, este sector, que incluye a IU, Anticapitalistas y el colectivo Bancada Municipal, se presenta a las elecciones en la plataforma Madrid en Pie, con Sánchez Mato como candidato a la alcaldía. Desde Lucha de Clases apoyamos a esta candidatura, que a nuestro juicio es un avance de lo que tiene que ser la rearticulación de la izquierda tras el agotamiento de las direcciones políticas que han protagonizado el ciclo que ahora termina.

Las elecciones autonómicas

El mismo día 26 de mayo se celebran (además de las elecciones europeas) las de las comunidades autónomas del 143 (salvo el País Valenciano que ya las ha celebrado el pasado 28A). Estas suelen pasar más desapercibidas pese a que ya todas las comunidades autónomas tienen grandes competencias en educación, sanidad y políticas sociales. Está por ver el impacto que las elecciones generales del 26 de abril tendrán aquí, donde el PSOE pone en juego 5 autonomías: Asturias, Aragón, Baleares, Castilla-La Mancha, Extremadura, sustentadas en el apoyo de Unidos Podemos, y el PP 4: Madrid, Murcia, Rioja, Castilla y León, sustentadas en el apoyo de Ciudadanos.

De todas estas elecciones, sin duda las de mayor importancia son las de la Comunidad de Madrid, por la importancia objetiva de la región de la capital y por lo que tienen de termómetro para el conjunto del Estado. Este 26M, el “espacio del cambio” en la Comunidad de Madrid aparece también fracturado, con la plataforma de Íñigo Errejón y Manuela Carmena por un lado y Unidos Podemos por el otro. Como veíamos más arriba, no es casualidad que haya sido en Madrid donde la diferenciación entre izquierda y derecha dentro de la “nueva política” haya llegado más lejos y haya encontrado una plasmación orgánica. Estas elecciones pueden ser la prueba definitiva de que la estrategia “atrapalotodo” y oportunista de Errejón ha encontrado su tope y está destinada al fracaso. Desde Lucha de Clases llamamos a votar masivamente a la candidatura de UP. Como ha demostrado el 28A, sólo una participación masiva de la clase trabajadora y la juventud en las elecciones puede evitar una mayoría de la derecha que continúe con las políticas antisociales y la corrupción sistémica del PP y C’s, ahora con la ultraderecha de Vox como socio.

Estas elecciones municipales y autonómicas clausuran definitivamente el ciclo que se abrió con las elecciones europeas de 2014. A partir de aquí, se impone la reflexión y el debate democrático en la izquierda para reconstruirla organizativamente y armarla políticamente para los retos que plantea el ciclo que ahora se abre. Más que nada, es necesario y urgente fortalecer la tendencia marxista en el seno de la izquierda y el movimiento obrero, hace falta una dirección que confronte decididamente con el régimen y el capital.